sábado, 20 de octubre de 2012

Joseph Brodsky - algunos poemas de "Canción de cuna y otros poemas"


En una conferencia

Como los errores son inevitables, alguien podría creer
que soy un hombre parado en esta aula
frente a todos ustedes. Pero en una hora, digamos,
eso se habrá corregido, por mi gracia y por la suya,
y el lugar quedará de nuevo en poder de las partículas elementales,
libres de la rigidez de una forma humana concreta o de cierto tipo
de asamblea. Algunas partículas todavía son libres. No todo es polvo.

Así las cosas, mi falta de predisposición para reconocer
que soy yo quien está ahora aquí ante ustedes, o exactamente
lo contrario, tiene menos que ver con mi modestia o solipsismo
que con mi respeto por el futuro inmediato de la habitación,
por esas partículas que flotan libres como antes mencionara,
posándose sobre la superficie lustrosa de mi cerebro.
Inaccesibles para el trapo húmedo ansioso por eliminarlas.

Lo más interesante del vacío
es que se encuentra precedido por lo lleno.
Los primeros que así lo entendieron fueron, creo,
los dioses griegos, cuyo fuerte era justamente su ausencia.
Piensen, entonces, que ensayan para el bis divino
y que mi actuación se ofrece, claro está, para la galería.
Todos nuestros actos son por vanidad. Pero estoy apurado.

Una vez conocido el futuro, es posible adelantarlo.
Así lo hacen las esculturas y los muebles de mi casa.
La humildad no es una virtud sino una necesidad
que se reconoce sobre todo cuando cae la noche.
Si bien es cierto que, desde el punto de vista numérico,
es más fácil no ser yo que no ser ustedes. Como le confesó
el cisne al lago: no me gusto. Pero sos bienvenido a mi reflejo.



A mi hija

Dame otra vida y seguiré cantando
en el café Raffaela. Y me quedaré ahí sentado
o parado como un mueble en un rincón
si esta vida nueva es menos generosa que aquella.

Así y todo, en parte porque desde ahora ningún siglo podrá 
arreglárselas sin jazz ni cafeína, soportaré este sufrimiento 
y a través de mis huecos y mis grietas, de todo el polvo 
y los barnices, te observaré, en veinte años, en tu florecida flor.

Recuerda que, en general, seguiré existiendo. O más bien 
que un objeto inanimado podría ser tu padre, 
en especial si los objetos son más viejos o grandes que vos, 
así que miralos atentamente, porque sin duda te juzgarán.

Ama esas cosas, te tropieces o no con ellas. 
Además, quizá todavía recuerdes una silueta, un contorno, 
cuando yo haya perdido hasta eso, junto con el resto del equipaje. 
Así, estos versos, algo acartonados, en nuestra lengua en común.


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"Canción de cuna y otros poemas"
Joseph Brodsky
Trad. Walter Cassara y Daniela Camozzi
ISBN: 9789871586097
Huesos de Jibia
96 págs


Reedición de Canción de cuna y otros poemas, de Joseph Brodsky (la primer edición data del 2010). Aunque ya lo habíamos anunciado el mes pasado (pueden ver la nota en el siguiente link), les contamos que se trata de una edición corregida y aumentada, con traducción de Daniela Camozzi y Walter Cassara. Posee, además, un estudio crítico escrito por Cassara y titulado “Expreso transiberiano”, que fue incluido en el libro de su autoría El oído del poema (Bajo la luna, 2010, Primer premio de Ensayo del Fondo Nacional de las Artes).


“Como en una botella de Klein o en las geometrías no euclidianas de Gauss y Lobachevsky, en el imperio brodskyano todo es puro vértigo y desasosiego del espacio infinito, todo ondula en la oblicuidad del universo, todo se distorsiona, se desploma o levita, indefectiblemente, en la curvatura del espacio-tiempo, y “sólo de un rincón cubierto de polvo y telarañas/podría decirse con justicia/que está en ángulo recto.” Walter Cassara

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